¡Hola, mi querida cerezo!
Ha pasado bastante tiempo desde que nos vimos por aquí la última vez, así que quiero agradecerte el hecho de volver y darme tu voto de confianza mientras lees este post.
Aunque he estado alejada de este espacio, quiero contarte que he trabajado sin cesar, cada día durante todos estos meses.
He recibido muchísimas consultas de lactancia, de crianza, de maternidad y paternidad en general, por lo que he estado ocupada acompañando familias y aprendiendo sobre las diferentes formas de vivir que podemos adoptar los humanos, dependiendo de la situación en la que nos encontremos.
A partir de esta maravillosa y reciente experiencia, viene el desarrollo del tema que traigo a continuación: «¿Cómo crear entornos seguros y respetuosos para los niños?»
En el texto hablaré de padres e hijos pero quiero recordar que lo planteado, funciona en cualquier plano donde se encuentren adultos cuidando niños, ya sean maestros, abuelos, tíos, niñeras, etc. Por eso te pido que si no eres madre ni padre, hagas el ejercicio de imaginarte lo que vas leyendo, en una situación en la que estés a cargo de uno o varios niños.
Aprendamos a ACEPTAR:
Una de las preguntas más recurrentes que tenemos las madres y los padres es: «¿cómo aceptar que el comportamiento de nuestros hijos es normal?»
Por eso hoy quiero abordar este tema para ofrecerte algunas de las herramientas que he estado implementando en estos 5 años desde que decidí practicar la crianza respetuosa.
Lo primero que quiero aclarar es que debemos aceptar que somos los adultos quienes contamos con los medios para evitar y resolver todas las situaciones que se nos presentan con nuestros hijos.
Lo otro que debemos aprender a aceptar es que según su edad, cada niño tendrá un comportamiento específico.
Y además debemos aceptar, aunque nos cueste, que así como en los adultos cada cabeza es un mundo, en los niños pasa exactamente lo mismo. Es decir, nos toca aceptar que cada niño es único y por tanto se comportará según sus necesidades y el entorno en el que pasa sus días y sus noches.
Lo que quiero que quede claro es que aquí no caben las comparaciones entre niños y no caben porque cada uno tiene diferentes vivencias según su edad, la persona que lo cuida, sus hábitos, su cultura y la calidad de la atención que recibe.
Por ejemplo, un niño a quien han enseñado a disfrutar las sensaciones, se bañará con más alegría que uno a quien simplemente le han ordenado que tiene que bañarse porque son las 5 de la tarde.
Te doy ese par de ejemplos para que vayamos abriendo y flexibilizando nuestra mente ante las situaciones que se nos presentan día a día en la crianza de nuestros hijos.
Dicho esto, pasemos a lo que quiero ofrecerte hoy.
En este post abordaremos los 4 temas que más he recibido en mis últimas consultas de crianza respetuosa:
– La hora de la comida. – La hora de mamá trabajar en casa. – La hora de recoger los juguetes. – La hora de salir a hacer la compra.
Antes de entrar en los detalles, quiero repasar el resumen que nos trajo hasta aquí y que compartí contigo en una de mis newsletter (correos) del mes de julio. Y dice así:
Para criar con respeto necesitamos cultivar nuestra paciencia y aceptar que el comportamiento de los niños va a ir cambiando a medida que vayan creciendo. Además, los adultos somos los responsables de crear entornos seguros y sanos para cubrir sus necesidades y las nuestras, de forma respetuosa y amorosa.
Dicho esto, paso a enumerar algunos tips para sobrellevar con respeto las situaciones complicadas que enfrentamos cuando nos convertimos en madres y padres.
1. LA HORA DE LA COMIDA: este tema es amplio y profundo, así que apenas lo vamos a tocar con unos detalles clave que pueden marcar una gran diferencia y evitar contiendas en la mesa.
– Cuando estés guardando la compra, aprovecha para mostrarle a tus hijos cada alimento, mientras le explicas las características de cada uno: cómo se llama, cómo es su sabor, cuál es su color, cómo se usa, cómo se cosecha, de dónde viene, cuáles recetas se pueden hacer con él, cuándo fue la última vez que lo consumieron y cualquier otro detalle que se te ocurra pueda generar interés en el pequeño. – Invita a tu hijo a cocinar contigo. Esto les causa mucha ilusión y alegría, además que les ofrece la oportunidad de pasar tiempo juntos y conversar. Estos encuentros espontáneos siembran en el niño, semillas de seguridad y confianza que con el tiempo serán de gran beneficio para su vida. – Enseña a tu hijo a poner la mesa y haz que sienta la importantancia de su papel, al estar encargado de dicha actividad. Una forma de animarlo es plantearlo como un juego, como si estuvieran en un restaurante, por ejemplo. – Jamás obligues a tu hijo a comer. Éste es uno de los errores más comunes que solemos cometer. Hay mucho material disponible que explica la gravedad de esta acción. Si quieres profundizar en el tema, escríbeme y lo hablamos. – Sirve porciones de comida que sean proporcionales al tamaño del niño. No podemos pretender que se coman un plato de comida con la misma cantidad que servimos para nosotros. – Cuando el niño diga que no quiere más, no le obligues a comerse lo que queda, no lo amenaces con que se quedará sin merienda y mucho menos le digas que debe quedarse en la mesa hasta que se lo coma todo. ¡Eso es terrible! Ya volverá a tener hambre y pedirá su comida. – Intenta por todos los medios, mantener un ambiente agradable a la hora de sentarse todos en la mesa, a comer. – Y muy importante, trata de ofrecer las comidas cuando el niño realmente tenga hambre. Muchas veces queremos que coman porque nosotros estamos apurados y esto es algo que no funciona. Si no me crees, ponte en su lugar e imagina que a ti te están apurando para comer cuando no tienes hambre, ¿cómo te sentirías? – ¡Respira! Siempre respira.
2. LA HORA DE MAMÁ TRABAJAR EN CASA: Cada vez somos más las mujeres que hemos decidido trabajar desde casa para pasar el mayor tiempo posible con nuestros hijos. Sin embargo, cuando se encuentran nuestros ideales con la realidad, suele haber choques fuertes.
Imagino que alguna vez te habrá pasado lo siguiente: te sientas a trabajar, por fin encontraste un punto de inspiración y empiezas a producir algo que te entusiasma muchísimo y en ese preciso momento, a lo lejos suena un «mamá, mamá, mamá»… ¡Es difícil! Muchísimas de mis consultas giran en torno a este pequeño y abrumador detalle. La mayoría de mis amigas confiesan sentirse frustradas y molestas.
Entonces, tenemos que tomar medidas al respecto y algunas de las cosas que podemos hacer para mantener un ambiente armonioso en casa mientras trabajamos, son:
– ¡Planifica!. Aunque no nos guste, esto es indispensable para evitar frustraciones. Necesitamos tener claridad en las tareas que haremos cada día para poder distribuirlas de la mejor manera. – Prepara diferentes actividades y juegos para tus hijos: juegos de mesa, libros, retos. Cualquier ocupación que creas va a mantenerlos atentos y concentrados mientras juegan solos o acompañados. – Habla con tu hijo. Laura Gutman dice que para lograr una relación armoniosa con los niños dependemos de nuestra capacidad para comunicar. Esto es algo en lo que creo. Mientras más hablemos y expliquemos a nuestros hijos sobre la importancia de lo que estamos haciendo, más nos van a entender, mientras se sienten tomados en cuenta ,seguros y serenos. – Deja comida a su alcance. Esto va a depender de la edad de cada niño, por supuesto. Pero es algo que funciona muy bien. Por ejemplo tener frutas cortadas y servidas en porciones pequeñas, galletas, panecitos, vasos con jugos, o cualquier alimento que consuman en casa que sea de fácil acceso para ellos. – Cultiva tu paciencia. ¡Sí! La paciencia es la llave maestra en todos los planos de la crianza respetuosa. – Planifica bloques de 15 minutos para compartir con tus hijos. ¡Haz la prueba! Tan solo 15 minutos cada vez y lo repites siempre que puedas. No te hablaré sobre los efectos de esta práctica porque voy a esperar que tú misma lo descubras y me cuentes en un correo. – ¡Respira! Siempre respira.
3. LA HORA DE RECOGER LOS JUGUETES: Uno de los responsables de causar las mayores descargas de estrés en los hogares occidentales, es el momento de recoger los juguetes. Para evitar que esto pase podrías probar lo siguiente:
– Acepta que los niños ven el mundo y sus actividades como un juego. Aunque siendo pequeños se entusiasmen por ayudar, pronto esa disposición desaparecerá, ya que el «juego» dejó de ser divertido. – Haz rotaciones de juguetes. Si el niño tiene muchos juguetes, deja a su alcance sólo unos pocos. Los demás los guardas separados por grupos para que cada semana o quincena procedas a rotarlos mientras el niño está dormido, no está en la casa o simplemente no está mirando. – Invita a tu hijo para que juntos guarden los juguetes de forma ordenada y con sentido. Por ejemplo, si vas a guardar una granja, reúnan todos los animales que la conforman y háblale mucho mientras lo hacen. Podría ser inventando un cuento o explicándole la importancia del orden. Poco a poco esa idea se irá quedando grabada en la mente del niño y este hábito será desarrollado desde la calma y la creatividad. – Asume tú, la responsabilidad de ordenar y guardar los juguetes. Aunque esta idea puede parecer loca o pesada, a largo plazo se convierte en la mejor opción, ya que te ayudará a ahorrar tiempo y peleas innecesarias con tu hijo .Ya llegará el momento en el que madure y se haga responsable de sus cosas. – No uses amenazas ni chantajes para que el niño realice esta tarea, ya que lo que se aprende bajo malas condiciones, sólo genera emociones y sentimientos negativos. – ¡Respira! Siempre respira.
4. LA HORA DE HACER LA COMPRA: Fue Rosa Jové quien me ayudó a tener claridad en este tema. Y es que salir a hacer la compra o cualquier diligencia en un centro comercial, se puede convertir en una locura cuando nuestros niños empiezan a pedir todo lo que ven en los mostradores.
Pero pensemos por un momento, ¿es culpa de los niños o es culpa nuestra?. No y no. No es nuestra culpa que los sitios de compras estén repletos de publicidad atractiva para todos, sobre todo para los niños.
Tanto las tiendas, los centros comerciales y hasta los restaurantes, en su mayoría no están adaptados para los niños. Su única y verdadera intención es vender a costa de lo que sea.
¿Qué haces entonces? Prueba algunos de estos tips:
– Ten paciencia. – Habla con tu hijo antes de ir al sitio. Explícale que, por esta vez, «van a mirar» y a comprar algunas cosas para la casa pero que no es día de comprar dulces ni juguetes. – En caso que dispongas para comprarle un dulce, juguete o cualquier otra cosa, igualmente habla con él antes de llegar al sitio y dile: «hoy puedes escoger un artículo de…» – Es posible que al entrar al lugar, al niño se le olvide lo que le has dicho antes y empiece a pedir todo lo que ve, pero se lo recordarás con amor y paciencia. – Si le vas a comprar algo, trata de convertir el momento en un juego, en algo que sea divertido para él y para ti. – Si empieza a insistir o a llorar, ¡RESPIRA!, detente y atiende su llamado. Ponte de rodillas para estar de su tamaño o cárgalo, abrázalo y dile que te encantaría poder comprarle todo lo que quiere, que hoy no se puede, que vas a trabajar muchísimo y un día podrán venir a comprar una de esas cositas que tanto le gustan. – Si está dentro de tus posibilidades, no lleves a tu hijo a lugares donde se va a estresar. – ¡Respira! Siempre respira.
Y por favor recuerda lo siguiente:
Por lo general, cuando un niño «pide» algo, lo que busca es atención de sus padres o cuidadores.
Muchas veces los adultos hacemos pedidos desplazados porque es la forma más eficaz de que nos escuchen, ¡los niños hacen lo mismo!
Seamos pacientes con ellos y aprendamos a reconocer lo que verdaderamente necesitan.
Recuerda que la crianza respetuosa requiere que estemos en un proceso de introspección permanente.
Nuevamente te quiero dar las gracias por estar leyendo este artículo, me emociona mucho saber que estamos recorriendo juntas este camino.
También quiero recordarte que constantemente estoy haciendo publicaciones en mis redes y que para que mantengamos contacto directo, puede unirte a mi grupo gratuito de Facebook: Mujeres al Compás de los Cerezos. ¡Únete!
Mis cerezos y yo te estamos esperando. ¡Nos vemos dentro!